viernes, 31 de julio de 2009

Video grupo de KLE 500

martes, 21 de julio de 2009

Por la ruta de las vegas

He continuando la ruta anterior por la Zona sur este de la Comunidad de Madrid, esta vez cambiando un poco para hacer la ruta de las vegas. Esta hermosa ruta ofrece una gran variedad de paisajes que contrastan y cambian constantemente.
Como en la ruta anterior salimos de Madrid por Rivas para tomar la M311 Vía Morata de Tajuña. En esta zona se observa un paisaje de montañas y valles alternativos en la que el paisaje cambia a cada curva del camino. Después de la primera rotonda se pasa por una zona de montaña, que da bastante juego para la moto, al llegar a la cima, la vía se hace mas recta y mas sosa, pero en un tramo muy corto ya que muy cerca tenemos que desviarnos hacia la derecha para llegar a Morata de Tajuña. Cerca de este pueblo se encuentra demás la vía verde del Tajuña, para los que quieran relajarse un rato antes de seguir con la moto o como parada para tomar algún aperitivo. En la Plaza de Tajuña había bastante movida, pero al estar en la primera parte de la ruta decidimos seguir hacia adelante para avanzar un poco más rápido.
He continuado el camino, pero los pueblos siguientes estaban completamente solos, no había nadie en las calles, ni terrazas, ni nada de nada. En esta parte del camino nos cruzamos unos pocos moteros más, pero ningún grupo en algún bar o parque del camino que nos motivara a detenernos. Después de pasar, Perales de Tajuña y cruzando la A-3, empieza la parte más interesante del trayecto. En este trayecto hay un gran corte de tierra al lado izquierdo con algunas cuevas que se ven desde la carretera, la vista de este lugar es impresionante, pero la emoción es corta y muy pronto llegamos a Tielmes, donde ya con algo de calor decidimos parar en la única terraza visible desde la carretera. Lo anecdótico de este bar es que había un grupo de personas viendo las caídas del gran premio de motociclismo, a lo cual no quise poner mucha atención para evitar sugestionarme y perder la diversión del viaje.
El viaje continúa sin mayores cambios pasando pueblos de la zona, con características similares en casi todos ellos como Carabaña y Almoguera , pero el paisaje pasa de montañoso y rocoso a praderas doradas con algunos rollos de hierba seca que, en esta época del año, contrastan con el verde de los arboles. También aparecen en el camino algunos olores de los corrales de pollos o de bodegas de comida para animales que me generaban una sensación de campo muy agradable. Durante el camino me venían a la mente imágenes del Quijote o no sé, como una sensación de estar dentro del escenario de una obra literaria clásica de Castilla.
Más adelante tomamos un desvío hacia Zorita de los canes, que además de un gran castillo en proceso de rehabilitación según los andamios que lo cubrían, tiene un recodo del rio que genera un balneario de aguas color esmeralda que se mezcla con el amarillo de las praderas y que genera un espacio natural muy relajante. Aquí había algunas familias pasando el día y con mucha envidia continuamos nuestro camino sin descanso.
Más adelante después de Zorita de los canes, nos encontramos con la planta nuclear de Zorita, (ahora se, el por qué del color del agua) en un cruce de caminos por el cual nos dirigimos camino a Guadalajara. Pero antes de seguir paramos un momento en el embalse de sorita que tiene unas construcciones muy chulas en la mitad de la montaña. Siguiendo la ruta nos encontramos el monasterio de pastrana, que desde la carretera se ve monumental y lleno de colores ocre, en el cual paramos a comer ya que el calor y un buen rato sobre la moto estaban empezando a hacer que las rodillas y los brazos se quedaran tiesos.

Tengo que decir que la comida en este sitio estaba bien, pero de las opciones de la carta solo había la mitad. Al llegar me llamo la atención la trucha rellena, pero el camarero rompió mis ilusiones y me dijo que no había, luego le pedí un magret de pato el cual pasados 5 minutos dijo que no había en la cocina sino para uno, el cual era para mi chica. Al final termine comiendo un salmón a la plancha a las finas hierbas con tomate y un litro de agua para reponer fuerzas para el resto del camino.
Bueno, al final pasamos un rato agradable en el monasterio, la comida valió la pena y la atención de los camareros fue buena, así que este momento del viaje fue un rato agradable.
Y bueno, para no alargarme más, que creo que ya me estoy pasando, seguimos hasta Guadalajara pasando por una carretera que a veces serpenteaba y otras se ponía mas tranquilita. Ya en Guadalajara hicimos otra parada a poner algo de gasolina y a beber un poco de agua para terminar nuestra ruta en una desagradable autovía camino a Madrid.
Saludos
emontoy